Martes, 23 de Agosto de 2011.
Empezamos nuestra última semana de vacaciones con un desayuno fuerte que nos regala la casita rural del Llosu: Hoy toca Kitch de setas, ayer fue crepe de jamón y queso (114€, dos días).
Con el estómago lleno nos dirigimos a nuestro paseo por el Cares. Cruzamos el desfiladero de los Beyos, impresionante conducir con la roca rozando el retrovisor del coche por un lado y el rumor del agua por la otra.
Sólo paramos para hacer una fotos en un mirador y emprendemos la bajada a Caín para comprar agua, zumos y algo de picar (7€) y comenzar la andada por la Ruta del Cares.
A pesar de que el camino no es excesivamente duro Ali lo pasa mal a ratos, más que nada debido a la altura de una posible caída sin protección. La ruta es larga, unos 25 km si se hace ida y vuelta desde Caín a Poncebos (y vuelta a Caín). Nosotros nos ahorramos el último tramo que tiene más pendiente y apenas atractivo desde el punto de vista paisajístico.
Después de regresar a nuestro punto de partida, cambiamos las botas de senderismo por las zapatillas de deporte y nos ponemos en carretera de nuevo para cruzar el puerto del Pontón y San Glorio hasta llegar a Potes. A pesar de ser agosto la niebla es impresionante y aunque no son muchos kilómetros la media con el coche es de unos cuarenta por hora, si no menos.
A Potes llegamos bien entrada la noche así que tiramos de guía y después de mirar por encima las opciones disponibles nos dirigimos a un hotel de una estrella que tengo recomendado. La verdad es que es una maravilla, y merece tres estrellas más que muchos otros en los que nos hemos alojado en otras ocasiones.
Después de instalarnos damos un largo paseo (corto comparado con la ruta del Cares, claro) por el pueblo de Potes que es bastante bonito. Barajamos opciones para cenar y finalmente nos entra por los ojos un menú de un restaurante cercano al hotel: Solomillo, trucha y ensalada de tomate y mozarela (32€). Sin tiempo para más y con ganas de descansar los pies y planear la jornada del martes nos vamos a la cama.