Martes, 16 de Agosto de 2011.
Desayunamos rápido en el camping y recogemos todo ya que hemos consultado la tabla de mareas y tenemos que estar pronto en la Playa de las Catedrales si queremos poder pasear por su arena.
El trayecto es más corto de lo previsto así que nos dá tiempo a re-desayunar (6,6€), ahora sentaditos y bien, en una cafetería en la playa una vez aparcado el coche. A pesar de ser martes (creo que es fiesta en Galicia) hay muchos coches y al poco de llegar nosotros el atasco que se forma para acceder al aparacamiento ya es considerable.
La Playa de las Catedrales llama la atención por las estructuras que forman sus rocas (cuevas, arcos,…) y la cantidad de mejillones y percebes (entre otros bichos) incrustados en ellas.
Solo se puede pasear por ella en marea baja y hay socorristas que se encargan de que nadie quede aislado en alguna cala cuando sube.
Antes de comer hacemos una visita rápida a Viavélez. Nos nos gusta mucho el pueblo ya que parece un pequeño reducto de gente con dinero, como una urbanización de chalets en Madrid. Las calles, estrechas, tienen pronunciadas pendientes y un solo hay sitio para comer que no nos convence.
Finalmente abandonamos la localidad y paramos a comer en un mesón de carretera. Tenemos suerte y el menú del día además de barato (16€) está riquísimo. Una gran fuente de spaguetti y otra de merluza, como para una boda. De hecho nos reprenden amistósamente por no acabarlo todo. Impresionante, no podemos ni con los postres.
Para bajar la comilona damos un largo por Ortiguera y su faro. Las vistas son preciosas aquí y se ve la línea de toda la accidentada costa. Además, hemos tenido suerte y el cielo está más abierto en la costa que en la zona del interior de donde venimos.
Para terminar el día vamos a Luarca, donde tenemos apuntado el Camping de Los Cantiles (20€). Esta localidad es típica de veraneo, por lo que llama la atención la gran cantidad de niños y gente de veraneo. En la plaza tienen preparados distintos juegos infantiles para ellos con animadores. Damos otro largo paseo para ver la ciudad y comprar cosillas para tener en los viajes (3€) y tomamos unas infusiones (4€).
Buscamos el camping en los mapas y GPS y nos manda al acantilado. Efectivamente, allí está situado, al borde de un salto al mar de más de cincuenta metros. Las vistas son preciosas y serían mucho más impresionantes si no fuera por la niebla que se nos avecina.
En pocos minutos empieza a caer un fino «chiribiri» que nos acompañará toda la noche. A través de la niebla se ven las luces de faros cercanos.
Cenamos pizza, muy rica (7,6€), en el restaurante del camping que está muy cuidado y tiene muchas instalaciones. Se nota que es destino de vacaciones de gente de fuera de España ya que el camarero pasa del español al inglés, francés y alemán con fluidez.