Martes, 18 de Enero de 2011.
Poco a poco me iba integrando, ya era mi cuarto día aquí y regateaba con el taxista para pagar un dolar en lugar de dolar cincuenta.
Había quedado temprano con Patricio, Vero, Iris y Davi para realizar la excursión al Chimborazo. Es un volcán cercano a Ríobamba de más de 6.300 m. Nuestra intención era acceder al parque y después caminar desde el primer al segundo refugio alrededor de un kilómetro (200 m de desnivel) a una altura de unos 5.000 m.
Para coger fuerzas fuimos a desayunar al mercado, donde se servía el típico hornado. Se trata de un cerdo asado, como el que puedes comer en Segovia, pero en lugar de cochinillo, pues un ejemplar bien adulto. Se sirve acompañado de mote (maiz blanco cocido) y ensalada ($3, junto con un jugo). Está muy rico de sabor, pero meterse eso a las ocho de la mañana es una tarea que te marca 🙂
Una vez llegados al pie del Chimborazo su visión acompleja, y la experiencia de andar por su altura es muy enriquecedora, sentir el efecto en la cabeza y resto del cuerpo, la falta de oxígeno que te deja sin fuerzas… Afortunadamente no hubo soroche aunque a Vero le costó sobremanera el llegar.
Bajamos y recuperamos fuerzas y nos dirigimos al museo de la llama, unas instalaciones de turismo comunitario en el que gentes del lugar explotan unas cabezas de ganado (llama, alpaca, vicuna…) de diversa manera: carne (que fue lo que comimos junto con quinoa, $7), lana, merchadising, etc.
Desde el lugar, donde una guía local nos contó sobre el funcionamiento de la actividad y el modo de vida de los habitantes, se distinguía cláramente El Altar, otro gran volcán de la sierra central.
Después de bajar la comida con un pequeño paseo fuimos a visitar la antigua Ríobamba, población que fue arrasada por un terremoto hace muchos años y de la que se conservan algunas sucias ruinas. Lo más destacable es la fachada de la catedral de la actual Ríobamba que se dice fue trasladada piedra a piedra desde la destruída.
También tuvimos tiempo de visitar la iglesia Balbanera, la más antigua de America, del año 1534. Lástima que entre las muchas cosas negativas que exportó Europa a América una fuera la imposición de nuestra religión…
En la foto del museo de la llama tienes la postura y la presencia justa y necesaria para ser un jubilado aficionado a observar obras públicas.
Estás auténtico, de verdad.