Miércoles, 11 de Noviembre de 2009.
Para desayunar, croissants, es decir, que le volví a hacer caso a Fran y aproveché el desayuno para ponerme gocho ya que nos esperaban actividades en las que quemarlos.
Fuimos en 4×4 hasta un refugio que daba acceso a la travesía. Unas tres horas de caminata por la nieve, amenizadas en gran parte por unos avulenses de Piedrahita que nos relataron (tal cual) un extenso resumen de la historia hispano-americana. Era como ir de viaje con la wikipedia parlante, flipante.
La cantidad de flora y fauna distinta a la europea la disfrutamos de lo lindo, incluso vimos nidos de cóndor, que nos recordaban a los nidos de buitres en las paredes de las Hoces del Duratón.
Disfrutamos de la nieve durante prácticamente toda la travesía y, a la vuelta en el refugio, de un buen asado para comer. De postre degustamos torta frita, que es como los churros españoles pero en torta, ni más ni menos.
Después de una pequeña sobremesa, necesaria, pues las comidas eran siempre copiosas, volvimos al hotel. Hoy sí nos dirigimos a las tiendas no para preguntar si no para comprar y es que las camisetas y sudaderas (buzos, aquí llamados) estaban muy baratos.
Quiero recordar algo que aconteció con una campana y un dedal… pero mi triste memoria no da para más.
Para cenar, y siguiendo recomendaciones autóctonas nos lanzamos a por la trucha… y bien que acertamos. Difícil que encontremos sitio donde tan ricas sepan.