Domingo, 1 de Noviembre de 2009. Llegaba el momento de conocer Buenos Aires. No sé si eran la ansiedad del primer día de viaje o el Jet-Lag (cuatro horas) pero a las cinco de la mañana ya tenía los ojos como platos.
Nos pasaron a buscar temprano por el hotel para unirnos al tour por la ciudad que compartimos con otros españoles. Con especial recuerdo para un señor de Valladolid que hacía los peores chistes y gracietas que he escuchado en mi vida, y ya es decir… ¡festival del humor!
Nuestro primer destino y parada fue la Plaza de Mayo y la Casa Rosada. Después visitamos La Recoleta (impresiona su cementerio) y Boca.
En el barrio de Boca, por la calle de Caminito hicimos un alto en el tour. Nos desperdigamos del grupo y nos fuimos a probar el famoso mate en un bar de la zona… ¡uf! ¡qué sabor tan fuerte! Cierto es que a lo largo del viaje cambiaría nuestra apreciación… pero eso ya llegará. El barrio de Boca y Caminito son zonas muy muy turísticas, aprovechamos para comprar unas postales (que llegaron mes y medio después) y pasear por un lugar tan pintoresco.
Después, tras unirnos de nuevo al grupo terminamos el tour (momento mítico el de la propina catalana a la guía) en San Telmo, «nuestro barrio», donde se celebraba, al ser domingo, el mercadillo de antigüedades. No nos gustó demasiado así que buscamos un sitio para comer y al poco encontramos una tanguería. Temimos que nos fueran a clavar con la cuenta, pero nos apetecía ver el espectáculo y ejercer un poco de turistas… al fin y al cabo, era lo que éramos. En este sitio pudimos comer un sabroso bife de chorizo, disfrutar de los bailes y actuaciones musicales y empacharnos con panqueque, además de saborear un Malbec rico rico que cambió rápido los malos prejuicios que tenía para con el vino tinto argentino.
Para bajar tan generoso (y barato, menos de 10 euros por cabeza) banquete nos fuimos a pasear por la zona centro de Buenos Aires, por la zona comercial más bien, Calle Florida y alrededores.
A la tarde nos acercamos al Café Tortoni (famoso por sus actuaciones de tango) para buscar sitio para cenar… pero fue imposible por la cantidad de gente allí congregada.
Finalmente fuimos a una pizzería del centro a cenar. Creo que por menos de 15 euros cenamos los tres y nos quedamos más que llenos. Así descubrimos que Argentina, al menos Buenos Aires, iba a ser un sitio barato para comer.