Jornada 3, adiós al Sella. De Llanes a Bilbao.

Domingo, 9 de Agosto de 2009. Habiendo descansado durante toda la noche del sábado nos dispusimos a aprovechar la mañana y el resto del día por la costa asturiana y cántabra. Salimos bien temprano dirección Ribadesella aireando las mudas y cruzándonos de camino con supervivientes (casi zombies) del Aquasella, la fiesta de bakalao que se organiza en Arriondas ese fin de semana.

Pasamos de largo Ribadesella, ya que aún estaban de fiesta, y pusimos rumbo a Llanes (F) donde desayunamos de lujo en una exquisita chocolatería. Una vez repuestas las fuerzas fuimos a pasear por su puerto pesquero, con sus característicos cubos rompeolas pintados de colores. Más tarde, al rencuentro de la Playa de la Ballota (F+++), preciosa, junto con Fécamp, Biarriz, Sopelana y Bakio, entre mis preferidas. Andamos descalzos por su arena, escudriñamos sus cuevas, nos refrescamos con su agua salada y nos recreamos en su paisaje y en sus olas. Perdimos la noción del tiempo y nos relajamos después de la fiesta y paliza de los dos días anteriores.

Nos acercamos a comer a Santillana del Mar (F) (ni santa, ni llana, ni con mar) en un bar de su plaza. Poco después, lástima, teníamos que despedirnos de nuestras queridas compañeras de viaje que volvían a la capital.

Víctor y yo seguimos adelante, visitamos la villa, paseando mientras bajábamos la comida, recorriendo sus calles salpicadas a cada poco de puestos de venta de recuerdos, camisetas y dulces típicos de la zona.

Después, nos tocaba un buen trayecto en coche, y es que Txelu, Irene (¡gracias anfitriones!), Osquitar y Laury nos esperaban en Bilbao para pasar la noche allí.

Aún nos depararía una sorpresa más el día y es que, mientras cenábamos improvisadamente en el Burguer de la estación de tren de Abando (ante la falta de alternativas culinarias abiertas), se nos acercaba una chica extranjera y un poco perdida preguntando por tren a Donosti o en su defecto un hotel donde pasar la noche. Txelu le ofreció que compartiéramos la casa con ella esa noche y aceptó, aunque algo cortada. Tras ello la ofrecimos llevarla a San Sebastián al día siguiente en nuestro coche, pero con una condición, no poner objeción en parar en cada sitio que nos gustara por el camino, ya que tomaríamos la carretera de la costa y no la autovía. Se mostró encantada… y así es como Zoe se incorporó al grupo.

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