Gran periplo en el puente de Mayo en grata compañía. Los cuatro magníficos dejábamos Madrid el viernes tarde dirección a Burgos en cuyo trayecto perdíamos lo menos quince grados centígrados… ¿¡es que en Burgos no calienta el Sol!?
Una vez instalados gracias a una bella damisela que hizo de excelente anfitriona nos fuimos a cenar a El Morito, un bar de tapas que cumplía las tres B’s (bueno, bonito y barato) y que nos proporcionó excelente base para poder aguantar las copas burgalesas sin resentirnos en demasía. Parafraseando a Nacho: "En el norte no existe la resaca". Y no es que no exista pero (mal) acostumbrados al garrafón madrileño y a salir sin cenar tan generosamente, disfrutar de una noche completa de cena y copas y levantarse a la mañana siguiente frescos como rosas se agradece eternamente. Leire (la camarera perfecta, título impuesto a votación popular) nos sirvió las copas, accedió a satisfacer prácticamente todas nuestras peticiones musicales, nos aguantó ya cargados y hasta nos invitó a chupitos de piruleta (o algo similar). No recuerdo el nombre del Pub… una pena.
De esta guisa, frescos y lozanos y con una pasajera más (5) nos dirigimos a cruzar las Montañas Cantábricas Burgalesas con destino a Santander, capital de la siempre verde (y blanca) Cantabria, donde no nos esperaba nuestro anfitrión. Tras aparcar desplegamos la pancarta de ¡¡Alvarito ladrón!! (cosas del juego) y procedimos a llenar de nuevo el buche y a reposar la comida en una siesta multitudinaria en muchas menos numerosas camas. A la tarde disfrutamos de un estupendo día de playa, volamos la cometa, nos descalzamos (¡¡qué fría está la arena del Sardinero!!), practicamos lucha greco-romana… y en pleno esparcimiento nos meó un chucho (real como la vida misma). Vuelta al hostal y a prepararse para otra noche más de juerga. Previamente visita al bar-restaurante de rigor, se nos prometieron las mayores hamburguesas del firmamento y nos dieron pan (literal) con un poco de carne y lechuga (¡¡Tom-Bru, rescátame!!). Aunque las viandas no fueran de gran calidad sí que sirvieron para lo que están concebidas, hacer base. Otra noche de copas que no dejaron resaca… placer sin igual.
Domingo, fin de la excursión septentrional y vuelta al foro. Antes, parada en Burgos para despedir a nuestra intrépida fémina y posterior avituallamiento en Pinilla ¿de los Moros? (provincia de Burgos) donde llegamos tarde a la barbacoa, lo que no se tradujo en quedarnos con hambre, al contrario: careta, chuletillas, filetitos de pollo, roscas y bombones, todos estos manjares desfilaron por la mesa y bien que dimos cuenta de ellos… y a dormir con el partidito de tenis de fondo, qué placer…
Más tarde que pronto salimos hacia Madrid. Una vez allí nos despedimos de la mitad del grupo y partimos sin perder tiempo rumbo a Madrigal de la Vera, pues allá nos aguardaban más jornadas lúdicas y sin par compañías… pero eso es otra historia que quizá cuente otro día.
Ay los chupitos de piruleta como te pierden…!!!
Cuenta las cosas bien cabrón, el chucho nos meo pq TU le llamaste, sino hubiese pasado de largo. Ah y deberias adjuntar una foto de la pinta de guiri loco que llevabas en la playa (lastima que no haya).
P.D: es Pinilla de los Barruecos.