Vacaciones merecidas

Es realmente una contrariedad que sean tan cortas (o que no se hagan tan largas como la tarde de un viernes de Julio en el trabajo) pero estos diez días de retiro [espirual] en el pueblo me han venido bastante bien, la verdad. No disfrutaba de vacaciones desde Septiembre del año pasado cuando estuve una semana de fiesta en plenos Cristos también en Madrigal.

Lo primero que hice cuando llegué a mi destino fue comer y echarme una siestecita. Quien puede disfrutarla a diario no la valora hasta que se la quitan, estoy seguro. Lo dice uno que no tiene jamás horario de verano y sólo puede disfrutar de este placer de dioses de higos a brevas.

Días de deporte (bicicleta, fútbol,… ¡hasta paddle!), "proevolutions", "singstars" y futbolines dieron paso a la parranda. A partir del martes empezó a llegar más y más gente. El miércoles estába allí ya casi todo el mundo y el jueves sencillamente se nos fue de las manos. Después de una pachanguita de fútbol nos bajamos a tomar un refrigerio… las cajas se amontonaron rápido en la terraza, parecía más la fiesta de Cristos que la Semana Santa.

 

Charco Negro - AlardosEn fin que he pasado de procesiones y me he refugiado en los bares y en amenos paseos con los amigos por la garganta (¡preciosa!) y por el pueblo que, ciertamente, estaba a reventar.

La pascua, antaño de sufrimiento y procesiones, se ha convertido en una época fantástica para hacer una escapadita a los destinos rurales. Fecha que baila entre navidad y verano, entretiempo que no motiva especialmente a meterse en la playa y en el que las pistas de esquí empiezan a lucir calvas.

Yo, por mi parte, seguiré acudiendo mientras pueda a mi cita fiel con La Vera y su gente, no encuentro lugar y compañía mejor. ¡¡El año que viene nos volvemos a ver allí todos!!

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